Cuando El
Conde olvidó el libro de editorial El Conejo, de aspecto bastante desaliñado,
yo diría que intentó llamar mi atención hacia la poesía, a lo mejor porque se
quedó admirado de lo poco que conocía a los autores que él leía y releía.
Confieso que nunca te había leído. Cuando Martillo se fue me acerqué al libro
que había dejado “olvidado”, no sé si ex profeso. Empecé a hojearlo y leí “bulbos
oscuros revoloteando en mi memoria”, entonces empecé a planificar el viaje para
conocerte. El pretexto fue recopilar material para un Suplemento Cultural del
diario El Universo, en el que entonces trabajaba. Organicé los artículos, que
debía dejar preparados en mi ausencia y pedí permiso a la dirección,
pretextando recopilación del material para el Suplemento Dominical de Diario El
Universo. Como el pretexto era bueno aceptaron. Empaqué maletas y avancé por el
sinuoso camino hacia la serranía. El encuentro Alfonso Carrasco Veintimilla se
celebraba cada dos años en la ciudad de Cuenca y tú ibas a estar en esa cuarta edición.
Miré cómo te acercabas a ver las maletas de equipaje y pensé debe ser él.
Después al subirme al automóvil me preguntaste si yo era la periodista que te
había entrevistado: contesté que sí.
Mientras tanto en las noches seguía leyendo: “Y como si de pronto no
existiera otra cosa/a la muerte se le antoja un día venir a molestarnos/y el
malestar es un cuerpo (entonces) dentro de nuestro cuerpo. Todo aquello por lo
que creíamos haber luchado/pugnado/sacrificado se nos viene abajo”. Al día
siguiente me tocó asistir al debate de ponencias entre Iván Carvajal y tú,
ambos reconocidos escritores de nuestro país. Debes saber que fuiste frío e
implacable, que hiciste una disección de su texto, lo abriste con la precisión
de un cirujano. Tú pensaste que te admiré en ese momento, no fue así. En cambio
nuestro encuentro fue otra cosa, un ir y venir de palabras en la mitad de la
noche, intentando concordar. Nunca supiste que le pregunte si regresarían a
Guayaquil. Y me contestó que sí, que tú debías trabajar en el Centro de
Investigaciones de la universidad y que ella debía dictar cátedra en otra
universidad. Me quedé dos días más alojada en un hotel Siberia, no en el
Crespo, y regresé a la ciudad a armar la nota y esperar tus comentarios.
Solo palabras
domingo, 7 de julio de 2019
miércoles, 3 de julio de 2019
Autorretrato
Pertenezco al signo del cangrejo porque nací en julio y además porque me
gusta mi caparazón, me permite distanciarme de los extraños y de quienes
quieren indagar y descubrir mi yo. Disfruto de mi soledad, aunque a veces me
gusta reír a carcajadas y conversar mucho. Este asunto de la coraza es tan extraño porque… quién
creería que es así si de niña te obligaban a declamar, a recitar en voz alta
poemas patrióticos tipo Carta a Junín? Una fiesta patria fue el pretexto para
que mi profesora de sexto grado llamara a mamá para contarle que me había
escogido por mi tono de voz y fuerza expositiva. ¿Quién lo diría? Y
así fue como ella me acompañó a la Plaza Victoria y allí ante la multitud
escondida detrás de un poste se puso a rezar, sí a rezar, para que no olvidase
ningún verso y empezara a decir de memoria aquello “del trueno horrendo que en
fragor revienta y sordo retumbando se dilata por la inflamada
esfera”. Desde entonces intento dejar el caparazón, el resto es
historia, ahora sé por qué me gusta la literatura.
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El encuentro de literatura Jorge Carrasco Veintimilla
Cuando El Conde olvidó el libro de editorial El Conejo, de aspecto bastante desaliñado, yo diría que intentó llamar mi atención haci...
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